sábado, mayo 21, 2005

Absolución del padre Maciel

La pedofilia es un fantasma que acecha a la iglesia católica en los tiempos recientes. Sin embargo los casos concretos de la misma suponen la toma de decisiones de alto impacto para la curia romana. ¿Cómo enfrentará el nuevo pontífice estos desafíos?.

El Vaticano dio a conocer el día de hoy que no existirá ningún proceso canónico en contra del padre Marcial Maciel ,fundador de la orden de los Legionarios de Cristo, el cual fue acusado por algunos de sus correligionarios de abuso sexual.

Tocar un tema como este a la ligera es inadmisible, implicaría por un lado asociar conductas abominables por alguien que dice ser representante de Dios y no sólo eso , si no fundador de una de las órdenes religiosas de mayor prosapia en nuestro país de la cual depende una de las universidades más prestigiosas. Si no se acepta esto entonces se tendría que tildar de falaz y embustero al acusador (quien también perteneció a la orden de los legionarios de Cristo). Ambos escenarios dejan como saldo la vida de alguno de los actores marcada para siempre.

Hacer alguna acusación al respecto sin toda la información sería demasiado audaz como para presentarse en un medio serio.

Dejando a un lado el juicio sobre la culpabilidad o inocencia del religioso es innegable el impacto que tiene para la alta jerarquía católica la toma de decisiones en cualquier sentido en temas de este tipo. Si para limpiar su imagen decidiera condenar "ipso facto" a cualquier acusado de abuso sexual esto implicaría la necesidad de reflexionar seriamente sobre las condiciones de la ya de por sí devaluada vocación sacerdotal. ¿No sería en ese caso, mejor permitir el matrimonio en los sacerdotes, para evitar estas aberraciones?. O siendo más profundos ¿No sería conveninente abrir el sacerdocio a las mujeres, donde este tipo de escándalos se presentan en proporciones infinitamente menores?. Ambos temas forman parte del eje de la doctrina "dura" del Papa Ratzinger. Si de otra suerte se decidiera "ocultar" este tipo de eventos el detrimento de su imagen general sería gravísimo y podría ser aprovechado por sus enemigos en regiones como latinoamérica donde la guerra por los feligreses está declarada.

Es un reto para la nueva administración Vaticana el decidir cómo enfrentar este dilema donde el silencio no es buena opción desde ninguna perspectiva.