viernes, mayo 27, 2005

Siete años después

Dentro de la rivalidad puede haber más coincidencias de las imaginables. El antagonismo casi inmediato entre el presidente Vicente Fox y el jefe de gobierno Andrés Manuel López Obrador obedece más a las semejanzas en su visión política que a diferencias significativas.


Hace siete años un pintoresco personaje llamado Vicente Fox había dado el banderazo extraoficial a la carrera rumbo a la presidencia de la República. El entonces gobernador de Guanajuato adelantó los tiempos políticos a su conveniencia, lanzando una agresiva campaña de medios desde dos años antes de la elección.

Desde los primeros días de su adelantada proselitista se advirtieron rasgos preocupantes en la personalidad del precoz precandidato, parecía demasiado irascible, tendía a la aniquilación de sus enemigos más que a la negociación , era mesiánico y amante de la polémica.

Al margen de eso, su propuesta era muy pobre y abstracta. Su discurso estaba plagado de buenas intenciones más que de planes y acciones concretas. Las pocas cifras que se atrevió a dar resultaban fuera de la realidad y nunca pudo sustentarlas con argumentos convincentes (como el crecimiento de 7% anual en la economía) .

Pero dentro de su arsenal político contaba con una excelente carta, era un estupendo comunicador, toda su ideología era perfectamente asequible para amplios sectores de la población, para poner a su favor el arraigado resentimiento popular mostró como alcanzable nuevamente un sueño que había sido arrebatado al pueblo de México en las contiendas de 1988 , la sucesión del PRI en la presidencia de la República.

El pueblo mexicano, erotizado por la esperanza de la alternancia en el poder después de setenta años de monopartidismo hizo caso omiso del alud de incongruencias que se exhibían cotidianamente en la conducta del gobernador Fox, además de que sus contendientes se engancharon con éste en las polémicas de más bajo nivel donde las posibilidades de frenarlo políticamente eran escasas.

Por si esto fuera poco la presión implícita del precandidato provocó que ningún otro aspirante se inscribiera a la contienda interna del partido Acción Nacional con miras a la elección de presidente de la república del año 2000. Sin contendiente entre las legiones panistas el candidato Fox se había ahorrado un proceso interno donde seguramente se hubieran exhibido sus carencias dogmáticas obligándolo a construir una plataforma electoral sólida rumbo a los comicios presidenciales.

Casi sin propuestas, pero arropado por el apoyo multitudinario de sus seguidores el candidato Fox ganó la presidencia de la república.

Hoy, cerca de la agonía de su sexenio, la historia se repite con un nuevo nombre: Andrés Manuel López Obrador.

La precampaña del político Tabasqueño arrancó tambien con dos años de anticipación aunque bajo móviles distintos. La defensa del jefe de gobierno contra la torpe ofensiva del juicio de desafuero en su contra sirvió para dar banderazo a su agenda personal rumbo a las elecciones del año 2006. Al igual que en su momento el precandidato Fox , López Obrador ha exhibido en su avanzada sus más elogiables virtudes, pero también sus carencias más peligrosas.

También AMLO se ha significado como un excelente comunicador, sus ideas pueden ser entendidas tanto por sus seguidores como por sus adversarios, sabe leer perfectamente los sentimientos de las grandes masas para ponerlos a trabajar en su favor. Sin embargo entre sus visibles defectos y los del precandidato Fox no hay mucha diferencia.


Busca la aniquilación de sus contendientes hasta el punto de llenar de lodo todo su entorno. Sus declaraciones respecto al juicio del desafuero estaban tildadas de una furia incontenible: publicaba nombres a diestra y siniestra, usaba al mismo nivel información confiable, rumores y opiniones personales, lo mismo mencionó a notables personajes históricos que a expresidentes , esposas de los presidentes , secretarios de estado , antepasados de los secretarios de estado , etc . . .

El mesianismo es también otro de sus bemoles. Ha llamado a su administración "el gobierno de la esperanza" en cuya comunicación oficial se encuentran frases como "este gobierno es una bendición". Además ha argumentado que sus enemigos políticos lo quieren frenar por temor al "cambio" que él representa, como si su sola presencia como gobernante fuera el motor de las transformaciones en todo el país.

Su tendencia a la polémica es otro punto común con el actual signatario. Rodeó de una polémica inaudita la realización de obras públicas (como el segudo piso de Periférico) , así como algunos eventos que de origen parecían deslindados de cualquier actividad política (como la marcha contra la delincuencia).

Pero la coincidencia más importante con el actual jefe del ejecutivo es la nefasta combinación entre la carencia de propuestas concretas y la falta de resistencia a su candidatura en el interior del PRD. El actual jefe de gobierno ha intentado aniquilar las fuerzas dentro de su partido que se oponen a su candidatura -materializadas por el respetable Cuauthemoc Cárdenas- rodeandose de personajes ajenos al espíritu democrático de el partido del sol azteca y enemigos por antonomasia del fundador. La manipulación casi dictatorial hacia el interior del PRD evitando una elección interna hace pensar que más allá del miedo de perder la candidatura (lo cual parece muy dificil) Andrés Manuel López Obrador piensa sortear el obstáculo de la confrontación con un destacado político que pueda exhibir de frente a la nación la fragilidad de su plataforma. En este caso optaría por la falsa seguridad de la aprobación popular como principal argumento para ocupar la máxima responsabilidad del país.

La última palabra está en el PRD