jueves, julio 21, 2005

El tirano en calzoncillos

El pasado 20 de Mayo el periódico británico "The Sun", publicó una serie de fotografías del interior de la celda donde yace Saddam Hussein cuya intención supuestamente era "desmoralizar" la resistencia iraquí al mostrar a su prócer humillado. Hoy después de los nuevos atentados en Londres es evidente que este tipo de actos lejos de minar la moral de los combatientes ha exacerbado su sentimiento anti norteamericano y anti británico.

Cuando George W. Bush declaró "la guerra al terrorismo" ante el congreso de su país el 12 de Septiembre de 2001 tenía en la mente arrasar con Afganistán e Iraq, no sólo para saciar la sed de venganza de los sectores más conservadores de la sociedad norteamericana si no para proteger los intereses económicos propios y de sus allegados. Casi cuatro años después los terroristas aceptan el desafío (dos veces en Londres y una en Madrid) y le demuestran al presidente Bush y sus aliados cuán sanguinarios pueden llegar a ser y lo fortalecidos que están después del 11 de Septiembre de 2001, al punto de burlar dos veces en dos semanas los mecanismos de defensa Británicos perpetrando sendos atentados.

La apuesta de los Aliados era "decapitar" a la resistencia AntiNorteamericana-AntiIsraelí en medio oriente mediante el derrocamiento del fundamentalista régimen Talibán y la caída del legendario Saddam Hussein quien era un ícono del encono contra Estados Unidos a nivel mundial. El efecto que tendría esto sobre los insurgentes sería devastador. De ahí que se hayan publicado las fotos de Hussein en calzoncillos en el interior de una prisión norteamericana. El otrora residente de palacios fastuosos, fanático de reunir turbas enardecidas a su alrededor era ahora un "anciano derrotado y resignado" según palabras de los distribuidores de las imágenes. De acuerdo a la teoría de los "Aliados contra el terrorismo" este tipo de bravatas sería un golpe psicológico letal para sus seguidores. Terrible error de cálculo.

Con la muerte de Yasser Arafat , la destrucción de Afganistán y el encarcelamiento de Saddam Hussein (estos dos últimos gestados desde Washington) , se está gestando una nueva leyenda solitaria del odio hacia Estados Unidos: Osama bin Laden.

Los atentados en Londres demuestran que Al Qaeda se está volviendo cada día más fuerte, con células en varios países capaces de operar atentados como los de la capital británica. Además su mítico líder se volverá ahora el estándarte de el extremismo islámico a nivel mundial y podrá concentrar una gran cantidad de "guerreros" (algunos suicidas por supuesto) dispuestos a golpear al odiado Estados Unidos.

El panorama se complica cuando se han detectado vínculos entre las actividades Terroristas de AlQaeda y la "mara salvatrucha" (dentro del propio territorio norteamericano), lo que puede extender la capacidad de operación de esta organización hasta el continente americano, auspiciados por la ineficacia en materia de seguridad pública de los gobiernos latinoamericanos y probablemente abrazados secretamente por los gobiernos de Cuba y Venezuela.

La guerra contra el terrorismo ha dejado de ser una enunciación cuasi publicitaria de Washington y se convierte de facto en una verdadera conflagración. Estados Unidos debe entender que estos cuatro años donde desperdiciaron tiempo y recursos en las intervenciones en Iraq y Afganistán le permitieron crecer en términos de organización logística y peligrosidad a AlQaeda su enemigo público número uno, el cuál no dudará en cobrarle la factura de su ceguera estratégica pasada . . . y actual.

¿Y México . . . ?
Después de los atentados en Londres el jefe de Gobierno de la Ciudad de México descartó la posibilidad de atentados terroristas en la capital del páis. Grave error. Al realizar esa enunciación dejó claro ante el resto del mundo (incluídos los terroristas) que no se cuenta con planes concretos en materia de protección anti terrorista en la ciudad más grande del mundo, cuyo sistema de transporte público mueve diariamente a varios millones de personas (muchísimas más que Londres y Madrid juntas), lo que la convierte en una apetitosa perspectiva para saciar el hambre de muerte de AlQaeda y de paso mandarle un mensaje al gigante del norte. Estamos a tiempo de corregir.