La "vieja" izquierda contra la "pseudo" izquierda
La nueva embestida del subcomandante Marcos contra Andrés Manuel López Obrador reitera el choque irrecoinciliable entre dos tendencias políticas diametralmente opuestas que buscan refugio en la amplitud del sustantivo "izquierda".
Las voces desde la selva lacandona se han unido desde hace algunas semanas a los nubarrones en el camino de AMLO hacia la campaña presidencial del 2006. Marcos cuestiona severamente tanto las propuestas como el accionar del tabasqueño al frente del GDF, así como la probidad de éste y sus más cercanos colaboradores. Estas declaraciones dejaron en "off side" ideológico a gran parte de las legiones pro-lópez obrador quienes lo consideraban como sucesor legítimo de las luchas sociales tan añoradas por los sectores desprotegidos del pueblo mexicano durante décadas. Si bien el golpe estadístico no será mortal para el precandidato perredista , la sacudida emocional a la que están siendo sometidas sus huestes terminará por bajarlo del pedestal y del fuero crítico del que goza actualmente.
Tras bambalinas el verdadero conflicto se sitúa entre dos corrientes que intentan apoderarse del capital político inherente a la "izquierda" en nuestros días. El desencanto por la filosofía neoliberalista de la política internacional ha hecho a varios países "voltear a la izquierda", en algunos de ellos (caso de España e Inglaterra) de un modo muy exitoso. Latinoamérica no es la excepción; La llegada de Lula a la presidencia de Brasil disipó las dudas respecto al arribo de la izquierda al poder e infundió (sin querer) fuerza a movimientos socialistas más radicales como el Venezolano , el Cubano y el Boliviano en fechas más recientes.
No es de sorprender que en México varios grupos disputen ferozmente el estandarte de la izquierda, pese a que la extracción de sus militantes difiera enormemente con la filiación izquierdista o su modus operandi siga obedeciendo al arcaico "foquismo" de Ernesto Guevara.
Ese es el origen de la pugna entre el subcomandante Marcos y Andés Manuel López Obrador. El insurgente se siente con el derecho histórico de abanderar el movimiento social en México , ya que su método e ideología cumple con los cánones dictados desde la Internacional Socialista hace 50 años. Por su parte AMLO y su equipo representan la "izquierda nominal" compuesta de personajes desterrados de las estructuras de poder tan combatidas por los ancestros socialistas y que buscan saciar su hambre de influencia al amparo de cualquier ideología políticamente lucrativa. En México existen pocas perspectivas de modernizar la izquierda (el único que parece entender la necesidad de hacerlo es Cuauthémoc Cárdenas) pero muchos advenedizos deseosos de acceder al poder en su nombre.
La pintoresca conflagración entre el EZLN y el PRD versión AMLO pone de frente a una visión obsoleta de la dinámica social y económica (Marcos sigue sosteniendo que la explotación y el despojo son la base de la riqueza) con la orfandad ideológica de López Obrador y sus seguidores. Choque de dos trenes absurdos muy lejos de la realidad del país.
El futuro del conflicto no es difícil de adivinar, cuando el precandidato perredista se de cuenta de que el impacto de las declaraciones del subcomandante es marginal en sus aspiraciones por llegar a la presidencia de la república hará caso omiso de las mismas y proseguirá a toda costa con su frenético acopio de votos; al final serán ellos (y no la congruencia o la integridad) lo que le permita a él y a su grey servirse del plato principal en el festín del poder en el 2006.
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