miércoles, agosto 31, 2005

El "otro" problema de salud

No existen estudios exactos sobre el fenómeno de compulsión sexual en México, sin embargo la percepción generalizada sobre las practicas sociales en nuestro país nos revela la búsqueda compulsiva de gratificación erótica como uno de los rasgos más distintivos de la personalidad del mexicano. ¿Se tendrá el valor para encarar los prejuicios centenarios sobre salud sexual?

Apenas unos días después de la inauguración del Metro Bus en la capital mexicana se sucitaron las primeras quejas respecto al acoso del que eran objeto las usuarias de este sistema. La solución propuesta por las autoridades fue la apertura de vagones exclusivos para las mujeres, desde el punto de vista del autor de este blog semejante medida es una vergonzosa vejación para el sector femenino de nuestra sociedad, le manda el mensaje de que las autoridades no son capaces de cuidar su más elemental dignidad por lo que la única alternativa es el aislamiento físico. Sin embargo los hombres también deberían sentirse agraviados ante esta medida; los reduce a seres cuasi bestiales , incapaces de controlar sus instintos , enceguecidos ante la pulsión del líbido como animales en celo , apenas contenidos por el dique de los vagones exclusivos. La pregunta es ¿qué tan lejos se encuentra esta lapidaria aseveración de nuestra realidad?.

Es bien sabido el éxito de los "giros negros" como burdeles y "table dance" en nuestro país , al grado de provocar una alta inmigración de sexoservidores extranjeros que buscan beneficiarse del vasto mercado nacional. El problema no es la evidente inoperancia de las autoridades para combatir la oferta de servicios sexuales , si no la enorme demanda que existe de ellos por parte de la ciudadanía. El promedio de ingreso de un trabajador sexual es de 20 veces el salario mínimo y el de sus "mecenas" crece exponencialmente en función de sus protegidos. Es una industria subterránea millonaria fuera de la proporción de un país con las graves carencias del nuestro. Sería incongruente pensar que esta amplísima demanda no refleja rasgos de personalidad muy característicos de nuestra sociedad.

Algunas adicciones como el alcoholismo , drogadicción e incluso los comedores compulsivos son perfectamente identificables a los ojos de la mayoría de las personas , sin embargo los "sexahólicos" parecen ser un factor tan común en México que parece imposible pensar que su conducta obedece a motivos patológicos. Basta recordar la apología de la lascivia presente en los medios de comunicación impresos y electrónicos , misma que colocó a Francisco Stanley como el presentador estrella de las pantallas de televisión nacional , pese a su conducta reprobable y la evidentísima lujuria de la que fueron objeto sus invitadas y compañeras de trabajo.

Una prueba de estos excesos histriónicos, donde se presenta al adicto como un personaje juguetón y folclórico es "Resortes" personificado por Adalberto Martínez y cuyo objetivo implícito era minimizar el fenómeno de alcoholismo.

El "doble sentido" del lenguaje , pone bajo la piel de un ejercicio de ingenio humorístico, una fortísima carga sexual , de tintes homosexuales o violentos. Una persona capaz de encontrar alusiones sexuales en cada palabra de su interlocutor encarna los excesos propios de una psique atormentada y enferma.

Sin embargo el gobierno sigue sin calcular los efectos negativos para la convivencia social e inclusive para la economía de la conducta sexual compulsiva y peor aún ni siquiera cuenta con los mecanismos institucionales para lograr su oportuna detección y apoyar en su tratamiento. Minimizar este flagelo sería un error muy grave, por los riesgos de salud asociados con este comportamiento (como la propagación de ETS ) .Además los sexahólicos se han caracterizado por su poco interés por la productividad laboral y la vida familiar, ambos factores clave para lograr los niveles de bienestar social deseables para nuestro país.

Ojalá la clase política se preocupe en el futuro por este tema, pese al rechazo que pueda causar entre algunos de sus correligionarios, tambien agobiados por este mal.